En un cuarto de la casa de mi abuela de Gral Madariaga me hayaba con mi soledad, pero de pronto caigo en la cuenta de que no estaba sola, estaba con mis dos hermanas: Clara y Maria Cabral.
Parecían estar jugando a un juego cuyo objetivo no estaba bien definido,pero claro,era,como siempre, un susio y perverso juego en el que alguién debía ser el fichin o la pieza para comenzarlo, o tal vez, aún más cruel, el objetivo a vencer.
Ese cuarto estaba cubierto de un encanto y un brillo incomparable y tenía una tranquilidad que les aseguro ansiarían todos sentir. Su diseño era deslumbrante, encantador y contemplaba con mirarlo tan solo un instante. En medio de la sala una mesa de bronce me envolvia con su encanto y esos cuadros llenos de pinturas de colores y rostros fantásticos me deleitaban con su mágica belleza. Nada se comparaba con esas sillas de oro y ese placard con cortinado rosa. Todo lucía como en un cuarto de princesa,todo en absoluto era un cuanto de hadas.
De a poco, casí sin poder sacar la vista de ensima a ese increible lugar me fuí mentalizando en ponerme a escribir alguna poesía o cuento como suelo hacer de costumbre, pero aquella vez no decidieron mis neuronas y mi cerebro no le abrió paso al horisonte de la creación, sino que mis ojos de almendra obligaron a mis pupilas a sumerjirse en aquel siniestro juego al que ellas jugaban, riendo con entusiasmo, gesticulando y gritando. La caja del horroroso entretenimiento era una caja común, una miserable caja de encomienda. En el fondo contenía una lapicera de color negro, un papel blanco tamaño A4, un reloj de arena y al borde de la misma, un polvo finisimo que según lo que estaba escrito en la parte superior de la caja se llamaba polvo vejestorio.
Rosé la punta de la mesa con mis dedos,dejando que la ansiedad y curiosidad me salpique hasta la punta de los pies, pero la caja calló lentamente con todos sus elementos y ellas con sus caras transformadas comenzaron a gritar insultos a mi persona: "Justina todo es tu culpa" "todo lo haces mal" "vos rompiste la caja" "vos rompiste el juego". Y yo triste, casi ni me detube a pensar y respondí: "ustedes son las malas hermanas" "nunca me han pasado la contraseña" "siempre juegan solas" y así fue, rompí el silencio en un grito que me hiso despertar de esa tremenda pesadilla.
Y este es el final de una historia sin fin y una incognita por desifrar.
Para mis hermanas, Clara y María
Besos a todos Justina Cabral
Lun Feb 23, 2009 8:55 am