ASÍ ERES TÚ.
En una de mis tantas noches de
soledad infinita, miré la belleza exquisita, miré hacia el firmamento y
descubrí el magnífico momento. Miré a la luna rodeada de mil estrellas, y entre
todas ellas, eras tú, la más bella.
Existía la luna con su
tenue brillo, las estrellas se agolpaban cerca de ella, le acariciaban con
suave tacto, y un lucero enamorado le susurraba al oído, con palabras
cuidadosas, lo mucho que yo te amo.
Miro la noche eterna, y es
esa luna de mis sueños. Son esas estrellas fugases que se mueven centelleantes
lo mágico de ese momento que me aleja del tormento, que me conducen a tu
deidad, que hace que nazca en mí, por toda la eternidad, mi ansiada felicidad.
Eres la estrella que iluminó mi cielo con tu encanto y tu
belleza. Miré luego tu nobleza, la inteligencia y la razón, que nacen de tu
bello corazón. Eres la mujer perfecta, eres la mujer soñada que se mira
despacito una noche entre los luceros, con la luna y las estrellas. Y te siento
bien preciosa, y te miro con la luz del sentimiento, que nace en mi alma en
todos los divinos momentos.
La luna
te mira y con envidia divina, quiere poseer toda tu belleza, quiere ser como tú
eres, quiere cerca de la gloria tener tus labios de encanto, tu piel tersa de
fina seda, tus ojos de delirio, tu rostro perfecto, tu cuerpo sin igual que se
mueve con delicia, que camina acariciando la brisa.
Las
estrellas por su parte quisieran tener tu brillo, quisieran posar en la vida
con tu alegría inmensurable. Quisieran ser bien amables, quisieran poseer lo
que a ti te engalana: Esa belleza sin par, la nobleza de un corazón, ese
corazón que al mío le hace perder la razón.
El cielo
por su parte, te mira y orgulloso contempla tu cuerpo hermoso. Ese cielo que
nos cubre a mi eterno amor descubre. Es ese cielo de mi nostalgia lo que hoy me
da la esperanza, esa esperanza de tener en mi vida el amor y la añoranza.