LA MIRADA
Era esa mirada la que recorría aquella estancia la madrugada azul con la luna llena. Era una noche eterna que prometió ser bella, era esa mirada mi fiel compañera. Era esa mirada que procuraba extasiarse con el objetivo delicado de lo que siempre había yo querido, lo que sería hondamente sentido.
Mi mirada recorría lentamente todos los rincones, palmo a palmo todos los instantes, intentando asirse a un te quiero, procurando brindarle a un espacio de mi vida el amor que permanecerá intenso en el tiempo.
Miré aquellos ojos de miel y de encantos que se posesionaron de mi mirada al mismo instante en que mis recuerdos, viajaron con la luz de la mirada de ella. Esos eran tus ojos que se encontraron con la mirada aquella, en la azul noche de luna llena. Que bellos esos tus ojos, esos tus ojos de primavera, que homenajeaban la vida con la paz con que se sueña, en aquella noche de primavera, que enarbolaban instantes, esos instantes que siempre se esperan.
También mis miradas encontraron un rostro perfecto, era la perfección de la belleza, una tez que amaba que mi mirada la recorriera. Era un rostro muy bonito, ese que encontró mi mirada la noche aquella. Eras tan bella, tan hermosa, eras la dueña de una mirada, esa mirada que desde siempre te sueña.
En ese rostro de perfección, descubrí unos labios de piel amable, que dibujaban palabras tiernas. Eran palabras que ahogaban el tiempo, en la noche triste llena de estrellas, en esa noche de luna llena de aquella primavera.
Continué mi mirada que llegaba a ella, la vi tan linda, la vi tan bella, y mi mirada recorría todo el universo en el cuerpo amable de la reina aquella.
No era denotado el tiempo que transcurría, no se transportaba más un segundo sin que mi mirada se detuviera. Miré aquella magia que se presentaba en una linda noche, en la sala de un hogar vacío de ella.
Como era tan brillante el eco de una mirada, como era reflejada la vida en solo un instante que se detenía en el rostro que mis ojos acercaban a mi alma y era de mi dolor presagiante.
Estabas allí mamá, llegué a mi casa y al bordear la estancia miré tu rostro. Miré tu vida, y un manantial de lágrimas recorrieron mi alma y llegaban repletas de sueños a la realidad que es tan triste, a la realidad que hace que sea infeliz, como lo siento en este momento en que solo cobijo este tormento que no me deja que sea feliz, y me sumerge en este fango que representa este dolor que deja roto mi corazón.
Miré tus recuerdos mamá, era esa fotografía tuya la que se adueñó de mi mirada en un instante de ahora una madrugada de luna llena, de aquella inmensidad de estrellas. Es ese rostro que mi mirada, con el éxtasis de verte viva, recorre un mundo en mi primavera.
Veo tu rostro madre querida, no puedo por Dios querido, evitar mis lágrimas por ti derramar, y es este dolor mamá quien me calcina, es tu ausencia la que me asesina. ¿Madre, donde has ido mi reina?, no dejes esta primavera sin la luz de mil estrellas. No te vayas tras la luna llena. Madre querida, desde que no estás aquí, veo esta estancia en la distancia, que opaca un brillo que un día brindó fragancias.
Es ese rostro de una fotografía en la que sonreías, en la que no presagiabas por un momento que sería hoy una mirada de mil tormentos, que no se augura que la tristeza a mí llegara y se quedara, que de mi alma se posesionara.
Madre, heme aquí mi reina, en la estancia de esta, tu casa, en la que permanece viva tu exquisita fragancia. Madre, he aquí mi llanto que contiene todas mis lágrimas. Es que no puedo otra cosa hacer, que no sea de dolor desfallecer. Por que te amo madre del alma, por que te adoro perla querida, por que te necesito mi vieja linda. Es por ello que es eterno este sufrir, este dolor que no pude presentir. Por que nunca me imaginé que este dolor existiera, en una noche de luna llena de primavera. Estas son las lágrimas que hoy derramo sobre esta foto que miro y miro, y que no puedo apartarme de ella.
Miér Mar 11, 2009 5:56 pm
